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UN NUEVO AÑO

 


Cierto es que ya pasó el 2021, ese en el que creíamos que la pandemia nos dejaría, al que llenamos de "seguro" y "podemos con todo"; no ha sido así. 2022, a pocas horas de comenzado el nuevo año, no hay más que encender el televisor y entre botellones, fiestas, eventos de toda índole, nos damos cuenta que los contagios aumentan, ya no como una ola sino como un tsunami. No crean que quiero ser agorera, ni mucho menos, pero es que todos tenemos la bendita manía de hacer balance a final de año y buscar objetivos para el siguiente. 

El pasado año 2021 ha sido una escuela en la que he aprendido de lo bueno, de lo malo y de lo que hay a mitad de camino. He aprendido sobre todo que la humanidad no es tan humana, que dejamos a libre albedrío nuestro egoísmo a costa de poner en peligro a las personas que se supone que más queremos. Seguimos siendo ignorantes, pero ignorantes del todo y no se donde venden los títulos, pero todos tendríamos que tener uno colgado en la pared para recordarnos que tenemos que ser más humildes. Que conste que la ignorancia a la que me refiero es esa que nos hace muñecos moldeables a las tendencias del momento. Sin darnos cuenta, hemos caído en la trampa del odio; todos odiamos más: odio a los símbolos, odio a los que no son como tu, ni piensan como nosotros. He aquí en contrapartida, que he aprendido a querer más, a quererme más, porque todo empieza por uno mismo. No podemos ser ejemplo, sino actuamos como tal; no podemos dar amor, si no nos amamos y sobre todo no podemos buscar la felicidad fuera de nosotros, porque la felicidad viene de dentro.

Soy consciente que donde está lo bueno, tambien está lo malo, que la vida es esa dualidad. La vida es ahora, lo que pasó  ya no está y lo  que tiene que venir, ya vendrá. He conocido a gente que sin ser de tu sangre, te dan momentos inolvidables. He lamentado colmar de buenas intenciones a personas que no son merecedoras de ello, pero como me dijo alguien que sabe más que yo, todo lo que has hecho de buena voluntad, grabado queda a fuego en el libro de tu vida. He sucumbido al llanto y a la desgana, pero como ave Fénix, he surgido de las cenizas y con más fuerza si cabe.

Reí y con ganas. Aprendí a disfrutar de esos instantes  que por casualidad surgen y que dan sentido a la palabra alegría. Tuve miedo y descubrí que nosotros (nuestra mente) puede convertirse en el mayor enemigo. Que antes de luchar contra ella primero tengo que comprenderla y negociar, porque vamos a estar juntas toda la vida y es mejor llevarnos bien.

He seguido aprendiendo y lo hice con todo aquello que me apetecía por muy absurdo que fuera, al fin y al cabo quien tiene derecho a juzgarnos. Me di cuenta, que somos seres valiosos y nos acompañan otros seres que igualmente lo son, los demás no entran en esa categoría así que para que perder el tiempo.

Lo más importante, he aprendido que no hace falta hacer balances a final de año, que cualquier momento es bueno para empezar, que continuar porque no pude conseguirlo a la primera no es tan malo. Reconocer que una no es perfecta y que aún así no pasa nada. Que los sueños también comienzan en febrero o abril, que mas da. 

Me gustaría que este año fuera el del final de la pandemia, el del trabajo, el de la salud de todos, el de momentos buenos que sumar, el de yo no se si puedo, pero lo voy a intentar y el de muchos "te quiero" sin venir a que. 

Espero y deseo que a todos nos vaya muy bien.


Fotografía procedente de Pixabay

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